Hoy recordaremos el caso más emblemático de los encuentros cercanos en Argentina: el caso Dionisio Llanca. Todo comienza la noche del 28 de octubre de 1973 en la ciudad de Bahía Blanca. Dionisio Llanca se encontraba viendo la televisión en casa de su tío. A las 0.30 apaga el televisor se calza su chaqueta y se dirige a su camión Dodge estacionado a unas 8 cuadras, dado que debía iniciar un largo viaje hasta río Gallegos, provincia de Santa Cruz. Ya en la ruta 3, faltando 30 km. para Médanos y a unos 19 km de Bahía Blanca, se da cuenta que su rueda trasera derecha estaba perdiendo aire y decide cambiarla él mismo al costado de la carretera, cerca de un montecito. Era aproximadamente la 1.30 hs. Cuando de repente ve a su izquierda, en dirección a Bahía Blanca, por la ruta 3, una luz amarillenta a una distancia de 2000 ms. Pensando que se trataría de un automóvil, continúa su tarea sin prestar más atención. De pronto, la luz se coloca detrás de él, encima de las copas de los árboles iluminando todo a su alrededor. Se quedó paralizado. Siente que lo toman por la parte de atrás de su camisa, lo hace girar y se encuentra con tres seres de aproximadamente 1,85 ms. De estatura, vestidos de uniforme gris muy ajustado al cuerpo, larga cabellera rubia hasta los hombros y guantes y botas naranjadas. Uno de los seres le hace una especie de punción en la mano derecha con un artefacto similar a una afeitadora. A partir de ese momento el camionero pierde el conocimiento y queda amnésico hasta el martes 30 de octubre a las 22 hs. En el Hospital Municipal de Bahía Blanca donde había sido internado al ser encontrado por la partida que había salido a buscarlo.
Todos los pormenores de la abducción serían rescatados mediante trances hipnóticos a los que fue sometido Llanca, por parte de los especialistas que tomaron el caso (dada la enorme repercusión pública). Así se pudo ir reconstruyendo la historia. Luego del desmayo, de la luz amarillenta sale un rayo de luz compacto que sirve como una rampa de hormigón. Por ella lo llevan los seres hacia lo que en definitiva no era otra cosa más que un aparato metálico de notables dimensiones, Allí lo analizan durante más de una hora. El objeto por dentro tenia una forma ovoidal, con una gran mampara que abarca todo el diámetro. Frente a él, un ser maneja un instrumental o tablero, sosteniendo una palanca con la mano izquierda. El ser que parecía una mujer, que oficiaba como una especie de enfermera, se cambia el guante naranja por uno negro que tiene punzones en la palma, y al intentar colocarlo en el temporal derecho de Llanca le pega en el arco superciliar izquierdo y se le produce un hematoma que los médicos humanos ratificarían posteriormente. Finaliza la práctica en la cabeza del protagonista, y siente que es anestesiado de su herida. Luego de algunos minutos se abren nuevamente las compuertas del ovni para lanzar otra vez el haz de luz compacto, depositando al Señor Llanca otra vez en el suelo, totalmente inconsciente, a unos 9 kms. y medio del lugar de donde había sido abducido. Se despierta y no recuerda ni como se llama, no sabe donde se encuentra ni como llegó hasta allí. Corre campo traviesa hacia las luces de la ciudad. Cuando se encuentra solo y desorientado, alguien lo reconoce y lo traslada hasta el Hospital. Lo demás, es historia conocida.
Todos los pormenores de la abducción serían rescatados mediante trances hipnóticos a los que fue sometido Llanca, por parte de los especialistas que tomaron el caso (dada la enorme repercusión pública). Así se pudo ir reconstruyendo la historia. Luego del desmayo, de la luz amarillenta sale un rayo de luz compacto que sirve como una rampa de hormigón. Por ella lo llevan los seres hacia lo que en definitiva no era otra cosa más que un aparato metálico de notables dimensiones, Allí lo analizan durante más de una hora. El objeto por dentro tenia una forma ovoidal, con una gran mampara que abarca todo el diámetro. Frente a él, un ser maneja un instrumental o tablero, sosteniendo una palanca con la mano izquierda. El ser que parecía una mujer, que oficiaba como una especie de enfermera, se cambia el guante naranja por uno negro que tiene punzones en la palma, y al intentar colocarlo en el temporal derecho de Llanca le pega en el arco superciliar izquierdo y se le produce un hematoma que los médicos humanos ratificarían posteriormente. Finaliza la práctica en la cabeza del protagonista, y siente que es anestesiado de su herida. Luego de algunos minutos se abren nuevamente las compuertas del ovni para lanzar otra vez el haz de luz compacto, depositando al Señor Llanca otra vez en el suelo, totalmente inconsciente, a unos 9 kms. y medio del lugar de donde había sido abducido. Se despierta y no recuerda ni como se llama, no sabe donde se encuentra ni como llegó hasta allí. Corre campo traviesa hacia las luces de la ciudad. Cuando se encuentra solo y desorientado, alguien lo reconoce y lo traslada hasta el Hospital. Lo demás, es historia conocida.