BIENVENIDOS

Siempre hay un momento en la vida de los hombres en que se plantean la misma pregunta ¿Estamos solos en ese universo? Hay algo allí afuera, y nos observa. Pero... ¿Quieren la verdad, amigos? ¿Es eso lo que realmente quieren? Déjenme hacerles una pregunta primero: ¿Acaso pueden ustedes resistir la verdad?

22.5.09

CORRE POR TU VIDA

Chacharramendi, Provincia de La Pampa, Argentina. Marzo 2005.-
El 23 de marzo de 2005 tiene lugar en Chacharramendi, Provincia de La Pampa, uno de los casos paradigmáticos de la ufología argentina. Su inesperado protagonista fue Don Clorindo Malman (Clota, para los amigos), un señorón de sesenta años, de seco temple ganadero, aparcero de un campo local y famoso por su honestidad y bravura.
La noche del suceso, Clota se había olvidado de revisar las verijas del alazán padrillo, y alrededor de las 23 hs. decide salir de la chacra y ocuparse de esa tarea en el haras distante ochocientos metros campo traviesa.
Cuando iba llegando, oye los desesperados relinchos de los yeguarizos, como si algo los estuviera asustando. Corrió todo lo que pudo hacia el lugar, y de pronto se le ilumina la zona como si fuese de día, y no puede creer lo que veían sus ojos. Ahicito, no más, a pocos metros de él, ve suspendido en el aire un objeto de unos 30m de diámetro (según su estimación), que lo hizo paralizarse de terror.
Lo primero que hace, instintivamente, es sacar un facón desde atrás de su cintura, ya que estaba viendo que desde lo que parecía una rampa, se asomaban tres seres muy pequeños que flotaban velozmente, definiéndolos como “enormes duendes cabezones, muy blancos, y muy iluminados”.
Lo peor ocurre cuando desde el objeto volante comienzan a lanzarle rayos violáceos que iban quemando todo a su paso. Escondido detrás de un árbol, nota que el objeto lo busca con su rayo. Sin poder escapar a tiempo, recibe un rayo que quema el árbol, parte de la cara de Clota y cae desvanecido.
Cuando Clorindo se despierta, luego de varias horas, se retira del lugar arrastrándose por el pasto, muy lastimado. Del platillo solo quedaban las marcas del ataque y los cadáveres de varios animales, los cuales parecían haber sido diseccionados quirúrgicamente y sin una sola gota de sangre. Pasado el horror y curadas las heridas, Don Clorindo se dedicó a dar a conocer su historia, iniciando un grupo de investigación que ha colaborado en muchas ocasiones con estos especialistas.

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