BIENVENIDOS

Siempre hay un momento en la vida de los hombres en que se plantean la misma pregunta ¿Estamos solos en ese universo? Hay algo allí afuera, y nos observa. Pero... ¿Quieren la verdad, amigos? ¿Es eso lo que realmente quieren? Déjenme hacerles una pregunta primero: ¿Acaso pueden ustedes resistir la verdad?

22.5.09




EXTRAÑAS VISITAS.

Parque Patricios, Buenos Aires, Argentina, circa 1983.

Estela Pastrana, casada, 50 años, ama de casa, sufrida víctima de reiterados casos de visita y abducción por parte de seres extraterrestres, se puso en contacto con nosotros y nos brindó este espeluznante relato:
- Algunas noches, luego de dormirme, se iluminaba de repente toda mi pieza, y de ese resplandor salían tres seres muy delgados, de color grisáceo, con ojos grandes y nariz y boca indefinidas, sin orejas, caminaban en dos piernas y tenían dos brazos de dedos largos y finos. De alguna forma me inmovilizaban y me enmudecían. Automáticamente aparecíamos en una especie de pabellón metálico, que yo identifiqué como una nave. Me apoyaban sobre una mesa fría y entre los tres me examinaban el cuerpo, especialmente los ojos, todo con extraños artefactos. Durante estas prácticas se comunicaban mentalmente conmigo para tranquilizarme y decirme que no me harían daño. No puedo determinar cuánto tiempo pasaba, no tenía noción del tiempo, podía ser un minuto o varias horas. Luego, en un momento, yo aparecía nuevamente en mi pieza, habiendo recuperado los movimientos y la facultad de hablar. Estas visitas y traslados se repitieron muchas veces, de forma casi idéntica, cada veinte o treinta días aproximadamente, y durante algo así como seis meses. No me quedaban marcas ni heridas externas, solo un gran ardor en los ojos y algunas lastimaduras en la garganta, por los aparatos que me introducían. También me quedaba una sensación de pánico que duraba varios días. La última vez que me llevaron, las cosas fueron un poco diferentes. Esa vez aparecí en un amplio salón blanco rodeada de infinidad de seres. Me trasladaban en una especie de camilla por todo el lugar y los seres se acercaban a mirarme y tocarme. Pude reconocer algunos que podrían ser alienígenas femeninos con sus “niños” en brazos. Ante mis preguntas sobre sus intenciones solo se limitaban a tranquilizarme y asegurarme que no me harían daño. Me devolvieron a mi habitación y nunca más volvieron desde entonces. Así como lo viví se los cuento, y no puedo agregar nada más.-

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